El Embríon entre nosotros, Una búsqueda fenomenológica del Alma y la Consciencia en el cuerpo prenatal, por Jaap van der Wal. In: EL EMBRIÓN EN NOSOTROS, Parte I, Arte Editorial, Primera edición española, IAO Arte Editorial, S. L. – Ponferrada, 34 – Madrid, ISBN: 978-84-942620-6-7.
Desde el texto
El cuerpo perdido En las últimas dos décadas, un tsunami de pseudodualismo y materialismo ha ido floreciendo en el campo de la biología, la psicología y la filosofía. Resumiendo, el evangelio de la neurofisiología moderna dicta que es nuestro cerebro el que domina nuestra mente. Para los modernos filósofos del cerebro todo lo que sentimos, pensamos o hacemos es cerebral. En este paradigma, todo aquello que seamos capaces de experimentar en tanto actividad consciente como inconsciente de nuestra mente o alma es atribuido y reducido a nada más que la actividad del hipocampo, a áreas corticales del cerebro, etc. Los neurofilósofos afirman que el dualismo cartesiano del cuerpo y la mente queda invalidado por la evidencia de que el cerebro es el sustrato indiscutible de nuestra consciencia, nuestra habla y nuestra mente. Sin embargo, implícitamente y sin ningún tipo de cautela se introduce un nuevo falso dualismo en forma de cuerpo-cerebro. El cerebro es el órgano ‘especial’ en el cuerpo; allí tiene lugar nuestra consciencia y es ejecutada por una neuromaquinaria. El neurocientífico holandés Swaab asevera que el cuerpo sólo sirve para tres fines: alimentar, mover y reproducir nuestros cerebros. El mensaje es que ‘nosotros somos nuestros cerebros’: debes considerar que todo lo que sientas o experimentes como una realidad ‘no-corporal’ o imponderable en tu cabeza o en tu cuerpo (por ejemplo, un dolor en tu dedo) son ‘ilusiones producidas por el cerebro’.
El alma perdida Hay una alternativa al materialismo puro y reduccionista, y es ser fenomenólogo. No adoptes la postura del observador científico (un mero espectador); adopta en cambio la postura primaria del participante y toma por verdadero aquello que sientes y experimentas dentro y fuera de tu cuerpo. Esa es tu realidad primaria. El enfoque fenomenológico de esta forma no solo supera sino que también incluye a la realidad virtual y secundaria de los ‘factores cerebrales’. Los neurofilósofos modernos cometen el siguiente error filosófico y metodológico: la realidad primaria en la que vivimos no es la que pensamos o podemos observar mediante toda la gama de instrumentos de que disponemos para el análisis del espectador; la realidad primaria es la realidad que experimentamos. La consciencia y el alma son realidades experimentadas. Nadie puede medir lo que percibes cuando realizas experimentos mentales bajo la observación de un científico. Él registra la condición de un fenómeno y no el fenómeno en sí mismo. No puede siquiera registrarlo, porque sólo tú eres quien sabe, quien se da cuenta de lo que es pensar esos pensamientos, vivir en ese cuerpo en particular, experimentar esa consciencia dada. En la realidad del cuerpo que vives, mente y cuerpo, espíritu y materia, nunca se separan. Establecer una separación entre la mente y el cuerpo, el espíritu y la materia, como una reducción metodológica y práctica, es un paso en general aceptable. Pero negar sistemáticamente la realidad de la mente y concebir que esta es una ilusión creada por un órgano del mismo cuerpo (el cerebro) resulta un accidente filosófico intolerable y fatal, una reducción de nuestra realidad.
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